El escenario está preparado, pero no será el héroe quien lo aproveche para distinguirse una vez más; tampoco nuestras queridas Rapthalia o Filo. Es el momento de Rishia para florecer como una combatiente inesperadamente capaz gracias a su habilidad para manipular el Ki; un despertar desde la determinación que han alimentado los recientes acontecimientos y la retorcida actitud del villano.
Hecha su demostración en una sucesión de combate cuya animación es más dinámica que de costumbre, es nuevamente el turno de nuestro héroe, quién en un giro en el cual se masca la tragedia adquiere un nuevo poder que nada tiene que ver con el escudo colérico. Un poder que pone fin al arco actual para ponernos inmediatamente después a las puertas de una nueva aventura en territorio desconocido.
Este episodio nos ha dejado una ligera mejora en la calidad y ritmo de la animación, cerrando un arco que, en mi opinión, se ha hecho un tanto lento. Esperemos que lo que está por venir recuerde esa frescura -y a ser posible, calidad- de la primera temporada.
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