La historia de Tekken: Blood Vengance se sitúa justo antes de los acontecimientos del próximo –y esperadísimo- videojuego Tekken Tag Tournament 2, dando protagonismo a dos de los personajes femeninos del mismo; la siempre jovial Xiaoyu y la nueva integración al ya de por si generoso plantel de personajes, Alisa.
A pesar de que, en términos generales, posiblemente sea la mejor película de las basadas -hasta la fecha- en la famosa licencia, deja cierto sabor agridulce a causa de su trama insustancial, donde poco a poco queda en evidencia que estamos ante el clásico videojuego de combate. Un trama de lo mas simple, una consecución de combates con la típica subida de nivel por parte de los enemigos a enfrentar, y un final un tanto forzado –puro fanservice- que hará las delicias de los más fieles seguidores. La música, por otro lado, cumple con creces su cometido, sirviendo de apoyo a momentos realmente épicos.
A pesar de que, en términos generales, posiblemente sea la mejor película de las basadas -hasta la fecha- en la famosa licencia, deja cierto sabor agridulce a causa de su trama insustancial, donde poco a poco queda en evidencia que estamos ante el clásico videojuego de combate. Un trama de lo mas simple, una consecución de combates con la típica subida de nivel por parte de los enemigos a enfrentar, y un final un tanto forzado –puro fanservice- que hará las delicias de los más fieles seguidores. La música, por otro lado, cumple con creces su cometido, sirviendo de apoyo a momentos realmente épicos.
Claramente, se trata de una película para un público muy definido, sus jugadores; un inmenso mercado con incontables seguidores. Prueba de ello es, además de lo anteriormente escrito, los continuos guiños y bromas cuya única finalidad es buscar la complicidad de los asiduos a la saga.
Y después de tirar la piedra, debo esconder la mano. Realmente disfruté –salvando distancias con Advent Children- de este despliegue de polígonos y hostias.
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